lunes, 8 de julio de 2013

¡Comienza la faena!


A las 7.25 de la mañana, un festival de despertadores nos ha sacado de la cama en medio de la más absoluta luz del día. No, en Guatemala no existen las persianas; después del jamón serrano, creo que es lo que más se echa en falta fuera de casa. Ya en pie, Doña Lola Juan, la encantadora Delegada Regional en la DEMI de Huehue, nos asegura en una llamada telefónica que vendrá a por nosotras a eso de las 8.30. Aproximadamente dos horas después de la hora prevista, Lola, ataviada con la colorida vestimenta típica del lugar, ha aparecido por la Chacra. "Acá", el tiempo transcurre de forma distinta. Estábamos prevenidas.

La DEMI es un modesto despachito de dos plantas, muy lejos de las lujosas oficinas a que nuestras prácticas y trabajos finales de Grado nos tienen acostumbrados. Cuenta con "computadoras" y escritorios, sí, y la verdad es que no está nada mal, pero siempre hay que recordar detalles como que la luz se corta repentinamente, provocando la pérdida de todo trabajo cuanto puedas haber avanzado desde el último "guardar" (sí, obviamente, nos ha ocurrido, muy a nuestro pesar). Pero el trabajo que se lleva a cabo entre esas no tan blancas paredes es de un valor incalculable. Lola nos ha recordado la responsabilidad y el compromiso que asumimos para con las mujeres indígenas que recurren a la DEMI en busca de la restitución de sus derechos vulnerados, y es que los casos que llegan a ella no son moco de pavo, como quien dice. Lucinda, la abogada responsable de los mismos y nuestra jefa, no ha vacilado en hacer hincapié, por ejemplo, en que la edad media de las víctimas de violaciones ronda los 13 años. Pelos de punta. Por la tarde, hemos podido escuchar cómo una mujer describía a Lucinda, entre algún que otro llanto, los hechos terribles contra los que pretende accionar. De nuevo, pelos de punta. La penosa situación de las mujeres indígenas en este país no hace sino despertar de forma inmediata nuestras ganas de trabajar y arrimar nuestro hombro en la lucha contra semejante injusticia. 

Y así ha sido. Enseguida, Lucinda nos ha puesto a organizar las montañas y montañas de expedientes de casos cerrados que se han ido acumulando en la DEMI durante los últimos meses. Una espeluznante Sierra de los Cuchumatanes. Además, ya tenemos algunos casos abiertos sobre la mesa en los que empezar a trabajar. La cosa promete, se desprende de las explicaciones de Lola y Lucinda.  

Más allá de la DEMI, nuestra experiencia con la gastronomía guatemalteca también va progresando. Somos particularmente fans de los jugos y licuados de frutas (mamá, no sufras, se utiliza agua embotellada) y, aunque a Palo aún le preocupa descubrir pimiento y cebolla hasta en la sopa, casi llora de la emoción al encontrar en el supermercado huevos Kinder, cereales de Nesquik y otros componentes de su nutritiva y equilibrada dieta mediterránea. 

Con las memorias de Huehuetenango del día de hoy, concluimos la jornada (en realidad, Palo ha cedido al sueño hace algunos minutos; ya no le quedaban más telenovelas por ver). Seguiremos retransmitiendo. So far, so good!

P.D.: No os perdáis el detalle de la foto de nuestra roommate. Nada como descorrer las cortinas y toparse con una vaca tras la ventana. Bueno, en Barcelona, eran jabalís.

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