domingo, 7 de julio de 2013

Primeras impresiones




Sin ser del todo conscientes, después de 8 horas y media Madrid-Miami, 4 horas de espera, 3 horas más de retraso, y casi 3 horas Miami-Ciudad de Guatemala… ¡estamos aquí!. Y es que resulta que la aventura guatemalteca empezó con un “problema técnico” en Miami que no pudo solucionar el “prosedimiento” llevado a cabo por los técnicos americanos. Resultado: 2 horas en un avión paradas dando cabezaditas y cambio de avión. Tengo que reconocer que no me importó demasiado cuando descubrimos delante de la nueva puerta de embarque un restaurante en el que pude tomar una cheeseburger con bacon, lechuga y tomate (¡volvíamos a estar en América!). Con semejante manjar entre manos y pisando suelo americano, no pudimos evitar recordar lo mucho que echamos de menos Estados Unidos, y nos sumergimos en nuestro típico momento “melan”, que pasó rápido y no fue demasiado traumático al pensar en lo que nos estaba esperando a escasas horas de viaje.

En Antigua nos reunimos con Rosa, Gabi, María, Robert y Víctor y pasamos un par de días muy buenos en lo que parecía Guatemala (el diluvio repentino de la tarde del sábado nos indicaba que, efectivamente, habíamos llegado). Antigua estaba llena de gente, mucho ambiente en sus calles durante el día y muchas ganas de pasarla bien por la noche, pero al poco rato de haber salido de la ciudad nos dimos cuenta de que Guatemala no era eso, que Guatemala tiene otra cara bien diferente, y que esa otra cara era nuestro verdadero destino los próximos meses. Eso sí, si algo tienen en común esas dos Guatemalas es su color. La mezcla de rojo, amarillo, naranja y todos sus derivados hicieron que quedara completamente enamorada de Antigua, y el verde, color predominante en nuestras 5 horas de camino a Huehue, hizo que el largo trayecto se hiciera mucho más fácil. Las casitas al borde de la carretera y los pequeños mercados de domingo, presentes a lo largo de casi todo el recorrido, estaban rodeados de paisajes realmente increíbles dignos de una postal de esas que te ponen los pelos de punta.

Después de varias horas de viaje y de muchas (repito, muchas) curvas, llegamos a Cuatro Caminos, donde cada uno de nosotros tomó un rumbo diferente: María y Gabi a Xela, Robert y Víctor a Santa María de Chiquimula, y Rosa, Julia y yo a Huehue. Y bueno, aquí estamos, tiradas en las camas de nuestra gran suite de La Chacra de Joel, un hotelito entrañable a 15 minutos del centro, a punto de irnos a dormir y con unas ganas inmensas de que sea mañana y de ver qué nos depara nuestro paso por la DEMI (para los no enterados, la Defensoría de la Mujer Indígena).

Las primeras impresiones han sido realmente buenas y nuestra facilidad para meter la pata con expresiones que aquí no están muy bien vistas va disminuyendo cada día... Creo que Guatemala  tiene mucho que enseñarnos. Esperemos que la euforia continúe y que la desolación, si tiene que llegar, se vaya lo antes posible.

¡Saludos desde una Guatemala aún por descubrir!



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