miércoles, 10 de julio de 2013

Papel y lápiz

Ya ha pasado un día y seguimos sin entender muy bien lo sucedido ayer (espero que este tono un poco dramático haya captado vuestra atención). Quizás sea consecuencia de mi amor incondicional a The Walking Dead, pero cada vez que intento imaginarme qué pasaría si se fuera la luz de toda una ciudad española durante medio día el resultado es lo más parecido a un apocalipsis zombie: caos en las calles por la falta de semáforos; jóvenes al borde del suicidio a falta de whatsapp, facebook o instagram; la bolsa descendiendo hasta niveles insospechados; tiendas cerradas a cal y canto; fábricas paralizadas; y, como no, sinvergüenzas aprovechándose de la situación. Realmente, si le echáis un poco de imaginación, no es tan distinto. Pues resulta que en Huehue no sólo el tiempo transcurre de forma distinta, sino también la vida en todas sus facetas. La electricidad permaneció cortada 12 horas, desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la noche y acá la vida seguía su curso con total normalidad. Nosotras, intentando hacer ver que la situación nos parecía de lo más corriente, nos olvidamos de las computadoras, sacamos papel y lápiz y empezamos a trabajar. 

Por suerte para nosotras (puesto que, a diferencia del resto de Huehuetecos, sí supuso un pequeño trauma) hoy ha sido un día sin incidente alguno. De hecho, ha sido un día realmente apasionante puesto que hemos visitado por primera vez el Juzgado de lo Penal (aunque algo me dice que no va a ser la última). La visita no ha sido nada del otro mundo, pero sí la media hora previa y la media hora posterior, eso es lo que realmente ha valido la pena. Acompañábamos a una mujer de las que acuden a la DEMI, una mujer que, haciendo un gran esfuerzo por hablar español, nos ha dado una conversación que estoy segura que vamos a recordar con mucho cariño. No puedo evitar pensar en su cara de sorpresa y asombro al explicarle que en España no se cargan los bebés a la espalda tal y como estaba haciendo ella (ya hemos aprendido que la tela con que los atan se llama rebozo - o reboza, aún no lo tengo demasiado claro), sino que existen una especie de cestas con ruedas que permiten transportar a los niños sin mayor esfuerzo. Pero lo pienso, y su reacción no resulta de extrañar en una ciudad en la que los policías se apuntan las matrículas de los coches en la palma de la mano como si de una chuleta de instituto se tratara; en una ciudad donde las aceras tienen una altura que suponen problemas incluso para mis largas piernas; en una ciudad donde las palanganas de los coches van más llenas que las embarcaciones que llegan a las costas de nuestro país; o en una ciudad donde el silencio es interrumpido por camionetas con cuatro altavoces haciendo sonar por todo lo alto viejos hits como el Danza Kuduro (momento en el cual, Juls y yo no podemos evitar sacar una sonrisa, por los viejos tiempos). Aquí todo es distinto, nada es comparable, es el gran encanto de este país y de esta ciudad. Y es que, queridos amigos, Huehue, aunque de un modo diferente a Sevilla, también tiene un color especial. 

Una vez terminada la visita, volvimos a la DEMI a seguir con los montones de expedientes acumulados en nuestras mesas. Tras varias llamadas telefónicas Juls se ha dado cuenta que las múltiples comunidades lingüísticas de la zona no encajan con nuestro español ni con nuestra jerga, y poco tiempo después la he sorprendido manteniendo conversaciones propias de una auténtica guatemalteca, muy dentro del mundillo y muy familiarizada con expresiones como "no tenga pena" o un simple "bueeeeno". Poco a poco.

Pero tras un duro día de trabajo, llegó nuestra recompensa: una magnífica cena en "Al Pomodoro" con Rosa, con nuestro nuevo compi de trabajo, y sus compañeras. Sí, se me había olvidado mencionar a Manu, un chico de Reus también estudiante de Derecho que nos acompañará dos días a la semana en nuestro trabajo en la DEMI. Quién nos iba a decir que encontraríamos en Guatemala a tres chicos españoles con una buena lista de amigos en común. La verdad es que ha sido una alegría. Pero bueno, tampoco nos sorprende demasiado, puesto que, al fin y al cabo, el mundo es un pañuelo y esto pinta cada vez mejor. 



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